Desde el lunes el Perú se encuentra en cuarentena, luego de varias semanas de zozobra ante las noticias de la expansión del virus denominado COVID 19, especialmente en el continente que considerábamos por encima de nuestra realidad social y cultural, el continente modelo; cuando Italia registró valores de difusión del mal con cifras desalentadoras nuestro gobierno decidió: primero prohibir reuniones de más de 300 personas, el cierre de las fronteras y finalmente el dispositivo de declarar 15 días de cuarentena total.
La reacción de los peruanos resultó insólita y desproporcionada ante el primero de los dispositivos, se desató en adquisición de jabones y geles antibacterianos, mascarillas y papel higiénico, además de productos de primera necesidad, resultó patético cómo el supermercado de Tacna se vio invadido por una casi histérica multitud en esos afanes, se generó escasez y siguiendo las leyes del mercado libre elevación de precios.
Fue visceral y típicamente subdesarrollada, los elementos antibacteriales son inútiles para combatir el virus, incluso la calidad de los jabones resulta innecesaria, es la higiene lo importante; en cuanto a las mascarillas cuyo precio subió de menos de un sol hasta más de 20, no protege del contagio sino impide que los contagiados lo transmitan; en cuanto al desabastecimiento es un trauma adquirido por los peruanos en el primer gobierno de Alan García, absurdo e inútil egoísmo, lo del papel higiénico es sencillamente ridículo y se prestó a muchas burlas en internet.
La medida más reciente es draconiana y hasta exagerada pero parece que los peruanos no tienen otra forma de disciplina que la impuesta con el fusil, aun así hay quienes no lo entienden, creen que es una era de vagancia y se puede ver a muchos compatriotas sentados en las plazas deformando el fondo de una cuarentena, la cual es evitar el contacto entre las personas, es decir permanecer en sus viviendas con algunas excepciones por razones de trabajo imprescindible como la salud y otras.
No es difícil tomar las medidas que prevengan el contagio, pero los peruanos tenemos dos males, la inconciencia y la falta de higiene, lo primero lo vemos en Tacna, a pesar de lo dispuesto no cesaron las orgías carnavalescas, y muchas discotecas tuvieron que cerrarse por la fuerza; en cuanto a lo segundo, se ha insistido en el lavado de manos continuo pues en ellas se traen a casa las posibilidades de un contagio, no tocarse las mucosas nasales o la boca sin dicho lavado, evitar el contacto directo entre personas; si fuéramos un país disciplinado no se requeriría de medidas radicales, Gran Bretaña lo ha hecho luego de evaluar sus medidas; Italia, España y Francia son las naciones europeas más latinas y las cifras lo demuestran.
Mientras dure esta cuarentena debemos respetarla, hay consecuencias económicas graves que merecen otro análisis; entretanto disfrutemos de una ciudad silenciosa, sin tráfico y sin contaminación; es un raro privilegio.